¡Cuánta miseria
causa la vileza!
¡Cuánto dolor
reflejan las miradas!,
de esos pequeños
hijos sin futuro
faltos de luz en
noches muy cerradas.
Nunca sabrán que
existe un porvenir,
siempre verán que
fueron doblegadas
esas ilusas formas
de tener
tantas esperas
rotas e ignoradas.
Cuando no existan
verjas ni fronteras
hechas con manos
sucias y manchadas
todas las vías
muertas de este mundo,
sombras serán de
historias ya pasadas.
Hombres de bien se
llaman sin rodeos
esos que dan
cosechas ya sembradas,
para después
pedirle al beneficio
renten con saldo,
tierras expropiadas.
Seres crueles
aquellos que en sus manos
tienen las llaves
prestas y tornadas,
puertas de
incierto y frágil porvenir
que abren
conciencias frías y cerradas.
¿Quiénes podrán
salvar a tantos niños
presos en esas
crueles alambradas?
Todos aquellos
hartos de riquezas
que hacen parezcan
almas sin moradas.
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